Travesía
realizada dentro del calendario de actividades del Club Montañero Benaventano
en los Arribes del Duero, en la provincia de Salamanca, entre la localidad de Masueco
y la de Aldeadavila del Ribera. Recorriendo algunos rincones desconocidos de
esta zona de los Arribes, por sendas recientemente abiertas que se encontraban
completamente abandonadas y que nos adentran en el corazón de los Arribes con
unos paisajes y pasajes espectaculares.
DATOS TÉCNICOS
DIFICULTAD: FUERTE
DESNIVEL:
Positivo 900 m. Negativo 1000
m.
HORARIOS: 7 h. (con
paradas)
TRACK: Descárgate
aquí el TRACK
COMO LLEGAR
Para llegar a la localidad
hay varias opciones.
Desde Zamora, lo más
rápido es ir por la CL-527 en dirección Bermillo de Sayago, pasamos esta
localidad y en el Pk. 54 nos desviamos a la izquierda en dirección a Almendra
(ZA-315/SA-315). Pasando por la que es la presa más grande de España con 200
metros de altura.
En el cruce de Almendra
giramos a la derecha por la SA-303 y en Trabanca nos desviamos hacia Villarino
de los Aires por la SA-V-168. Pasamos Villarino de los Aires y Pereña de la
Ribera, y tras pasar por encima del cauce del Rio Uces, con unas fuertes curvas
en la carretera, llegaremos a Masueco.
Recordar que se
trata de una travesía que realizamos con un autobús, es necesario que nos
vayan a buscar al final de la ruta o la utilización de 2 vehículos.
LA RUTA
La ruta discurre por el Parque Natural
de Arribes del Duero, un espacio natural protegido del noroeste de
la provincia de Salamanca y el sudoeste de la provincia de Zamora
junto a la frontera portuguesa.
El paisaje se
caracteriza por una zona de depresión y otra
de penillanura , siendo los Arribes las pendientes escarpadas que se
sitúan a ambos lados de las orillas de los ríos que lo conforman. En los
Arribes existe un inusual microclima mediterráneo que contribuye a la
diversidad vegetal y convierte al parque en un lugar idóneo para el refugio de
la fauna salvaje, especialmente para las aves, con ejemplares de Buitres
Leonados, Alimoche, Cigüeña Negra y Águila Real entre otros.
La
Travesía de Secretos del Duero la iniciamos desde el pueblo de Masueco de la
Ribera. En nuestro caso desde la gasolinera previa a llegar a Masueco, por
motivos de aparcamiento del autobús, pero si vais con turismos, lo podréis hacer
desde la plaza de la iglesia de Masueco.
Emprendimos
el camino siguiendo las señales del Pozo de los Humos, que en esta ocasión no
visitamos para conocer los otros “Secretos del Duero”, cascadas, miradores y
sendas mucho menos conocidas y concurridas.
En
la bifurcación que nos lleva al Pozo de los Humos nos desviamos a la izquierda
en dirección a la cascada de Piñero, accediendo a ella por la senda de retorno
a la ruta habitual de esta cascada.
Descendimos
por una senda desde la que pudimos observar la unión del río Duero con el río
Uces, y poco después llegar a la bonita Cascada de Piñero, pasando la senda por
detrás de la misma, para posteriormente ascender por senda y tras varios zigs zags llegar a una zona de
Olivos y al camino que da acceso a la cascada del Piñero por su ruta
señalizada.
Enseguida
abandonamos esta pista para bajar de nuevo por una senda sombría entre la
vegetación exuberante y variada hacia el rio Duero, llegando a su orilla y sin
abandonar esta senda sin bifurcaciones, y con alguna fácil trepada, ascender de nuevo a la carretera de acceso a
la Playa del Rostro.
Nuestro
siguiente objetivo fue descender hasta la playa el Rostro, pero para evitar un
tramo de carretera, seguimos el camino que circunvala el Picón de Mariota,
disfrutando desde su mirador de los cortados rocosos y los paisajes hacia la
vecina Portugal.
Desde
el mirador descendimos a la Playa del Rostro, por un corto tramo de carretera,
donde aprovechamos para reponer fuerzas para continuar con la ruta.
El
siguiente tramo de la ruta fue el más espectacular y el más desconocido y
salvaje. Gracias a David y Almudena, tuvimos la suerte de conocer una vieja senda
que fue recientemente acondicionada para la carrera de montaña Secretos del
Duero, y que nos sorprendió mucho, por los parajes que recorrimos, metidos en
pleno corazón de los arribes, superando fuertes desniveles, y cortados,
ayudados en algunos tramos aéreos por cadenas a modo de pasamanos. Con una vegetación
variada y exuberante con varios miradores hacia los Arribes, después de
ascender una canal herbosa conocida como
el canalizo, hasta llegar a una antigua majada.
Pese
a estar en la parte alta del Arribe, la ruta continuaba, descendiendo de nuevo
hasta la misma orilla del Duero, donde ampliamos un poco el recorrido sobre la
ruta inicial prevista, descendiendo hasta donde desemboca el Arroyo de
Rupurupay en el Duero, formando una bonita cascada.
Desde
aquí ascendimos por una senda que acababa de abrir David, senda que asciende
fuertemente entre pedreros, terrazas y prados hasta el mirador de Rupurupay,
con vistas maravillosas de los meandros sobre los Secretos del Duero y la
visión de todo el trayecto recorrido.
Regresamos
por una pista de concentración parcelaria entre olivares al pueblo de
Aldeadávila de la Ribera, donde nos esperaba el autobús.
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